ISSUE #1, December 2021
FUTUROS LOCALES | LOCAL FUTURES

Traspasando la inclusión: hacia una posible cosmotécnica latinoamericana
Beyond Inclusion: Towards the Possibility of Latin American Cosmotechnics

Imagen de portada / Cover image: ABSENTIA, Mario de Vega, 2013 – 2019

Introduccion / Introduction

Ana María Guzmán Olmos & Hugo Esquinca Villafuerte

La necropolítica1 imperante hoy a escala global demanda una nueva orientación del pensamiento y de la acción. No es suficiente cambiar la perspectiva. Esta insuficiencia se ha hecho evidente en las maneras en que las políticas de identidad constantemente son instrumentalizadas para reforzar la distribución corriente de un capital, que en cada una de sus transmutaciones, se disuelve en una mera aparente oposición. Dicha estrategia resulta problemática en tanto que no termina por cuestionar los mecanismos y técnicas de la distribución misma, sino sólo cuáles serían las subjetividades que pueden ser explotadas por la distribución en curso; una manera de proceder que finalmente se alimenta siempre de la exclusión de algunas formas de vida y que precariza a algunos en nombre de la inclusión de otros dentro del orden corriente.

 

Durante la pandemia, en América Latina, frente a la falta de un sistema de salud eficiente que pudiera llevar a cabo labores de cuidado para sus ciudadanos, se ha vuelto una práctica normalizada, por ejemplo, la compra de oxígeno. Se tiene que pagar para respirar. Esta es una consecuencia de la ficción de acuerdo con la cual el estado tiene el monopolio del cuidado. Frente a esta situación, grupos de facebook o whatsapp y páginas web sirven de herramientas improvisadas para la organización civil, donde se informa del último lugar donde aún es posible obtener una consulta médica, conseguir oxígeno o medicamentos. Estas empresas multinacionales dejan de ser espacios para la interacción social o el entretenimiento y se transforman en plataformas de supervivencia. Ante la insuficiencia del estado, el único recurso de la sociedad civil es entregarse al monopolio tecnológico. Por otro lado, mientras que los trabajos de cuidado profesionalizados se volvieron centro de atención de los medios de comunicación y se ha recordado su carácter esencial para la subsistencia de la existencia, los casos de violencia doméstica han visto un aumento a nivel exponencial; una violencia, la mayoría de las veces dirigida, precisamente, hacia quienes llevan a cabo labores de cuidado. Cuando la educación se vuelve un asunto que acontece solamente en línea, mientras que para algunos la pregunta es cuál es la mejor manera de lidiar con 8 horas diarias frente a la computadora, en otras, es como hacer siquiera llegar los medios de conexión y accesibilidad necesarios para que al menos 2 horas de una clase sean posibles. El duelo global acontece en plataformas en línea puestas a disposición por empresas cuyos intereses son la acumulación de capital y ya no es nada claro de qué se habla cuando se requiere acompañamiento o de qué maneras se gesta la colectividad.

 

El panorama no es alentador. Nos preguntamos, ¿de dónde debería emerger el potencial de transformación si pareciera que estamos ante su absoluta imposibilidad? Cuando comenzamos a trabajar en este número especial nos preguntamos de qué manera podría la propuesta de Yuk Hui podría ser una herramienta conceptual útil para pensar la particularidad de un pensamiento tecnológico latinoamericano.2 Hui propone pensar la tecnología en relación con las cosmologías locales en las que se desarrolla. En nuestras conversaciones, con nuestras lecturas y la recepción de los artículos de este número, finalmente hemos cuestionado muchos de los supuestos que subyacen a la idea de una tecnología, el pensamiento tecnológico latinoamericano o latinoamerica misma. Nos parece que la mejor manera de aproximarnos a esta cuestión es dando cuenta de algunos de estos supuestos y los problemas que conllevan.

 

En primer lugar, si bien el concepto de cosmotécnica, para constituirse como concepto, no sólo debe ser aplicable en diversos contextos, este debe ser capaz de (re)articularse en relación con las realidades que busca describir. Asumir que un concepto es una abstracción del pensamiento cuya aplicación no tiene ningún efecto sobre él, es una forma errónea de entender cómo opera el pensamiento. Cuando Hui trajo a la discusión el concepto de cosmotécncia, este se planteó específicamente en relación con la mitología en China y la modernización tecnológica de ese contexto. Sin embargo, Hui mismo hizo la anotación de que el caso de China sería sólo un ejemplo de cómo pensar las relaciones entre cosmología y técnica. Esta invitación a pensar otras localidades y otras cosmologías nos parecía que podía ser extendida al caso de América Latina, esto, sobre todo, porque este pensamiento local de lo tecnológico nos permitía considerar las potencialidades de lo tecnológico más allá de una herramienta al servicio de la producción de capital. 

 

Al considerar el contexto y la historia particular de América Larina hemos encontrado aspectos que tendrían que ser considerados si es que se quiere hablar de técnicas locales. En primer lugar, tendríamos la multiplicidad que se dice cuando se usa el nombre de América Latina. No es suficiente con nombrar una región geográfica delimitada mediante el sistema contingente de la división en estados-nación. Esta división busca borrar las formas de vida y de hacer comunidad que no se dejan subsumir bajo esa forma contingente de lo político. De igual manera, hoy en día regresar a la propuesta de Vasconcelos3 y tratar de izar la bandera de la raza cósmica resulta no solamente imposible sino contradictorio.

 

Si bien se trata de pluralizar los imaginarios de cómo y en qué forma es realizable el futuro, esto, como hemos dicho al principio, no puede consistir simplemente en una multiplicación de perspectivas, pero tampoco puede ser dependiente de la sobresaturación de contextos en los que distintas formas de vida tienen lugar. La sobresaturación del contexto y de las condiciones de aparición de una forma de vida es una estrategia compartida por todo discurso que busca apoyarse en formas naturalizadas y naturalizantes de la noción noción de identidad.

 

Tenemos claro que la idea de una resistencia al proceso mono-tecnológico que hoy determina los modos de interacción, reacción e incluso oposición, aunque necesaria, resulta insuficiente. De igual manera ciertos procesos que aluden a una reivindicación por medio de respuestas multiculturales, se tornan inutilizables, pues al intentar desahogar la carga histórica que solidifica la implacable direccionalidad de dicho proceso, estas voces terminan generando respuestas que satisfacen únicamente a los formatos y estructuras, que facilitan la ornamentación de un proceso cuyo combustible es precisamente la singularización de pluralidades bajo el manto de una falsa universalidad.

 

Hoy, esta dinámica se ve severamente amplificada, y los gestos que siguen procurando generar una emancipación epistemológica recurriendo una y otra vez al principio de inclusión, se encuentran ahora con la barrera de la frontera inmunológica, misma que ha venido a embutir de posibilidades al deseo geopolítico de re-marcar fronteras y redefinir los distintos modos de operar, transitar, vivir, reaccionar, respirar.

 

Lo tecnológico nos ofrece un espacio para replantear qué significa situar, localizar, contextualizar. En tanto que universal antropológico no se trata de un desarrollo en un lugar o en un pasado particular. Se trata, más bien, como el término Tecnicidad de Gilbert Simondon enuncia, de un eje o una potencia cuyo encuentro con otras potencias como la natural, la religiosa o la política, da lugar a operaciones concretas. Si al hablar de localidad no se enuncian espacios geopolíticos determinados, sino las condiciones de posibilidad para la aparición de fenómenos técnicos, lo único que es rastreable son procesos de concreción de dichos fenómenos y sus articulaciones con otros ejes participantes en la concreción. No se parte de ideas preconcebidas de identidades, culturas, espacios geopolíticos o un punto en el mapa global, sino de procesos cuyos elementos son técnicos, pero también culturales, históricos y materiales.

 

Los artículos compilados en este número apuntan desde diversas disciplinas, discursos y prácticas a cuestionar tanto la manera en que hablamos de lo local, como los contextos en que aparecen técnicas particulares. Invitamos a los colaboradores de este número a reflexionar sobre la posibilidad de una cosmotecnia latinoamericana, lo que ésta podría significar y cuáles serían sus formas particulares en el territorio de América Latina. Con este espíritu, los artículos que aparecen en este número pueden dividirse en tres grupos. El primer grupo analiza técnicas latinoamericanas particulares, sus implicaciones cosmológicas y sociales, como, por ejemplo, las tecnologías acústicas mayas (Zalaquett), tecnologías agrícolas utilizadas en Latinoamérica como la Chinampa (García Castañeda). El segundo grupo se relaciona con las propiedades del territorio latinoamericano en su sustrato geográfico y material (Makoszay Mayén & Díaz Alva) y su encuentro con técnicas que dieron forma a tecnologías sociales y políticas específicas. El último grupo considera las propias cuestiones de este número especial en su dimensión histórica, considerando tanto el pasado colonial dando forma al pensamiento filosófico (Wirtz), como el desarrollo moderno de la técnica en el proyecto chileno cybersyn (Blanco & Ruffini), la estética de la cosmotecnica latinoamericana (Dominguez), la manera en que la computarización de técnicas culturales afecta el espacio de lo común y la manera de ser con otros (Filinich Orozco & Maulén de los Reyes) y los propios supuestos que conlleva el concepto de cosmotecnica (Seminario de Tecnologías Filosóficas).

 

Queremos mantener un diálogo abierto y constante tanto con las contribuciones como con su recepción y las respuestas que generan. Con esta finalidad, vamos a publicar bisemanalmente dos artículos que encuentran eco el uno en el otro. Durante el tiempo de la publicación vamos a mantener una conversación viva con Yuk Hui donde traeremos a la discusión problemas y preguntas abiertas por los artículos. Estas conversaciones también van a ser intervenidas por una serie de conversaciones a transmitir en colaboración con Cashemere Radio Berlin. Con estos ejes del discurso esperamos multiplicar las voces y crear espacios para pensar qué puede la técnica en distintas localidades. Problematizar la posibilidad de una pluralidad de técnicas latinoamericanas, unidas por historias y territorios compartidos pero heterogéneos, es una estrategia para re-evaluar los efectos del imperialismo tecnológico. Esta estrategia, sin embargo, de ninguna manera tiene la intención de homogeneizar idiomas, mitologías, religiones, culturas, ontologías o las técnicas mismas. Partiendo de procesos técnicos situados, nos interesa, más bien, dirigirnos hacia los futuros que desde el punto de vista de la inclusión, aún no hemos sido capaces de imaginar.

 


 

1.  Con el término necropolítica nos referimos a la reinterpretación que hace la filósofa Sayak Valencia del término acuñado por Achille Mbembe. En Gore Capitalism, Valencia define el necropoder como la “apropiación y aplicación de las tecnologías gubernamentales del biopoder para subyugar cuerpos y poblaciones”. En este sentido, Valencia se concentra en la multiplicidad de subjetividades que se apropian de las tecnologías para el ejercicio de la violencia -necropoder-. (Valencia, S. Gore Capitalism, MIT Semiotext, 2018, pp. 217 – 220). Pensamos que su aproximación a la necropolítica es más apropiada al considerar las tecnologías de la violencia en el contexto latinoamericano ya que es precisamente esta (re)distribución de los sujetos que toman decisiones sobre la vida y la muerte lo que constituye una de las particularidades de los ejercicios de poder en ese territorio.

 

2.  Véase: Yuk Hui, The Question Concerning Technology in China: An Essay in Cosmotechnics (Falmouth: Urbanomic, 2016).

 

3.  José Vasconcelos (1885 – 1959, México) fue un filósofo cuyo trabajo, entre otras cosas, se centró en definir lo que constituye la esencia del mexicano. En este contexto y partiendo de la existencia de las razas humanas, Vasconcelos propuso el concepto de raza cósmica como un ideal que tendría la forma de un cosmopolitismo en el que todos los humanos -sin importar su raza- serían considerados iguales. Según su propuesta, los mexicanos serían una especie de instancia de dicha raza cósmica ya que, como resultado de la colonización, habrían formado una “raza mixta” que habría de encaminarse hacia la realización de la mencionada raza cósmica. En ese sentido, el mexicano sería una figura prototípica para el desarrollo del universalismo.

The necropolitics1 prevailing today on a global scale demands a new orientation for thinking and acting. It is not enough to only change the perspective. This insufficiency has become evident in the ways in which identity politics are constantly instrumentalized to reinforce the current distribution of capital, which inevitably transforms opposition into a simple appearance. Such a strategy is problematic insofar as it does not end up questioning the mechanisms and techniques of distribution itself, but only the subjectivities that can be exploited by the ongoing distribution; a way of proceeding that in the end always feeds on the exclusion of some forms of life and precarizes others in the name of inclusion within the current order. 

 

During the pandemic, in Latin America, the absence of an efficient health system capable of caring for its citizens has become normalized; for example, in the need to buy oxygen, one has to pay to breathe. This is a consequence of a fiction according to which the state has the monopoly on care. Faced with this situation, Facebook, WhatsApp groups and websites serve as improvised tools for civil organization, where people are informed of places where it is still possible to get a medical consultation, buy oxygen or even get medicine. These platforms cease to be spaces for social interaction or entertainment, and are transformed into platforms for survival. Faced with an insufficient state apparatus, civil society is left with the dark recourse of surrendering to the technological monopoly. While professionalized health work has become a mediatic focus and its essential character for sustaining life has been recognized, cases of domestic violence have exponentially increased, in most situations, precisely towards those who carry out care work. When education is dependent on online platforms, for some, the question is how to cope with 8 hours a day in front of a computer; for others, it is how to get access to make just two hours of class possible. Platforms are also the central stage of a global mourning, made available by companies whose sole interest is the accumulation of capital. It is no longer clear what coming together means or what constitutes a collectivity. 

 

The current landscape is not encouraging. We ask ourselves, from where should the potential for transformation emerge if we are facing an absolute impossibility? When we started working on this special issue, we wondered how Yuk Hui’s concept of cosmotechnics could be a useful tool for thinking about the particularity of a Latin American technological thinking.2 Hui proposes to think about technology in relation to the local cosmologies in which it develops. Through our conversations, readings and the submitted articles, we have questioned many of the assumptions that underlie ideas such as: What is a technology? What is Latin American technological thought? Or even, what is Latin America itself? It seems to us that the best way to approach these questions is to account for these assumptions and the problems they entail.

 

First, the concept of cosmotechnics, in order to be constituted as a concept, must not only be compatible with diverse contexts, it must also be (re)articulated every time it encounters different realities. To assume a concept is an abstraction of thought that has no effect on reality is an erroneous way of understanding how concepts operate. However, as Hui himself pointed out, the case of China would only be one example of how to conceive the relationship between local cosmologies and technologies. It seemed to us that this invitation could be extended to the case of Latin America; above all, because this local thinking of the technological allowed us to re-consider the potential of the technologies beyond their reduction to tools at the service of capital.

 

In considering the particular context and history of Latin America, aspects have been found that should be taken into account if we want to speak of local techniques. In the first place, we have the multiplicity that is said to exist when using the name, Latin America. It is not enough to name a geographical region delimited by the contingent system of the division into nation-states, since this division seeks to erase certain forms of life and communities. Likewise today, returning to José Vasconcelos’ proposal, raising the flag of the “cosmic race”, is not only impossible but contradictory.3

 

While it is a matter of pluralizing the imaginaries of how and in what form diverse futures are realizable, this, as we mentioned at the beginning, cannot simply consist of a multiplication of perspectives, but neither can it simply depend on the oversaturation of contexts in which different forms of life thrive. This is a strategy shared by any discourse that seeks to rely on the notion of naturalized forms of identity. 

 

It is clear to us that the idea of resistance to the mono-technological process that today determines the modes of interaction, reaction and even opposition — although in many cases necessary and even urgent—is not enough. We need to reimagine different futures. Likewise, certain processes that allude to a vindication by means of multicultural responses become insufficient. Since in attempting to unburden the historical load that solidifies the implacable directionality of said processes, these voices end up generating responses that only satisfy the formats and structures that facilitate the ornamentation of a machine whose fuel is precisely the singularization of pluralities under the cloak of a false universality. 

 

The technological offers us a space to rethink what it means to situate, locate, and contextualize. As an anthropological universal, it is not about a development in a particular place or in a particular past. It is rather, as Gilbert Simondon’s term technicity enunciates, an axis or a potency whose encounter with other potencies, such as the natural or the religious, gives rise to concrete operations. If in speaking of locality we do not enunciate determined geopolitical spaces, but rather the conditions of possibility for the appearance of technical phenomena, the only thing traceable are processes of concretization, and their articulations with other axes participating in that particular concretization. We do not start from preconceived ideas of identities, cultures, geopolitical spaces or a point on the global map, but from processes whose elements are technical but also cultural, historical and material. 

 

The articles compiled in this issue aim, from different disciplines, discourses and practices, to peer into both the way in which we articulate the local, as well as the contexts in which particular techniques appear. Contributors to this issue were invited to reflect on the possibility of Latin American cosmotechnics and what this could mean. In this spirit, the papers that appear in this issue can be divided into three main groups. The first group deals with particular Latin American techniques, their cosmological and social implications, such as Mayan acoustic technologies (Zalaquett) and agricultural technologies used in Latin America such as chinampa (García Castañeda). The second group relates to properties of the territory in its geographical and material substrate (Makoszay Mayén & Díaz Alva) and its entanglements with techniques that gave shape to specific social and political technologies. The last group considers the very questions of this issue in its historical dimension considering how the colonial past gives shape to philosophical thought (Wirtz), the modern development of the Chilean project cybersyn (Blanco & Ruffini), the aesthetics of Latin American cosmotechnics (Dominguez), the way in which the computerization of cultural techniques affects the space of the commons and being with others (Filinich Orozco & Maulén de los Reyes) and the very assumptions entailed in the concept of cosmotechnics (Seminario de Tecnologías Filosóficas). 

 

We want to maintain an open and constant dialogue with the contributions as well as with their reception and the responses they generate. To this end, we will publish two articles bi-weekly that resonate with each other. During the time of publication, we will maintain a conversation with Yuk Hui; where we will bring to the discussion problems and questions opened by the articles. These conversations will be interjected by a series of talks that we will broadcast in collaboration with Cashmere Radio Berlin. With these lines of discourse, we hope to multiply the voices and create spaces for thinking about what technology can do in different localities. Approaching the fragmentary possibilities of Latin American techniques, which are linked by a shared territory and history yet not unified by them, is thus a strategy for reevaluating the effects of technological imperialism. This process has nevertheless no intention of homogenizing languages, mythologies, religions, cultures, ontologies and technics themselves. Departing from situated technical processes, we rather aim to direct ourselves towards futures, which from the viewpoint of inclusion, we haven’t been able to imagine yet.

 


 

1. With the term necropolitics, we are referring to Sayak Valencia’s reinterpretation of the term coined by Achille Membe. In Gore Capitalism, Valencia refers to necropower as the “appropriation and application of government technologies of biopower to subjugate bodies and populations”. In this way, she focuses on the multiplicity of subjectivities that appropriate technologies for the exercise of violence – necropractices. (Sayak Valencia, Gore Capitalism (MIT Semiotext, 2018), 217-220). We think that her approach to necropolitics is more appropriate when considering technologies of violence in the latinoamerican context since it is precisely this (re-)distribution of the subjects who make decisions on life and death that constitutes one of the particularities of the exercises of power on that territory.

 

2. See: Yuk Hui, The Question Concerning Technology in China: An Essay in Cosmotechnics (Falmouth: Urbanomic, 2016).

 

3. José Vasconcelos (1885–1959) was a Mexican philosopher who focused on defining what constitutes the essence of the Mexican. In this context, he made use of the concept of race and proposed the concept of the “cosmic race” as an ideal that would have the form of a cosmopolitanism in which all humans – regardless of their race – would be considered equal. According to his proposal, Mexicans would be some kind of instantiation of such a race since as result of colonization, they have formed a “mixed race”. In that sense, the Mexican would be a prototypical figure for the development of universalism.